Desde hace tiempo lo “vintage” se ha impuesto como la moda al momento de promocionar tendencias estilísticas en los más diversos ámbitos. Se trate de una tienda de ropa, un bar o una cafetería, una ornamentación rústica, cuidadamente antigua, es lo que se necesita para que el público gafapastero que tanto abunda en estos días, se acerque y, ojalá, consuma.
Acerca de las impresoras portátiles
En lo que respecta a la fotografía, desde que comenzaron a aparecer aplicaciones y páginas electrónicas como Instagram o Flickr, entre otras, los usuarios de smartphones descubrieron todo un mundo de formatos y colores con aroma a los años 50, 60 y 70. La fascinación fue inmediata y continúa, lo que abre espacio para la aparición de productos relacionados.
En este sentido se entiende la aparición de ciertos productos que a primera vista parecen una vuelta atrás en lo que respecta a las tecnologías de impresión de imágenes. Me refiero en específico a las impresoras portátiles, que dan la posibilidad de llevar al papel las imágenes que se tomen desde un teléfono inteligente, sin necesidad de cables.
De esta manera, como si se tratara de la era pre-digital, el usuario puede tomar una foto y entregarla inmediatamente y de manera física a cualquier persona. Estas impresoras portátiles funcionan con batería y no utilizan ni una gota de tinta, ya que emplean la tecnología Zink –o Zero INK-. Este sistema se basa en el uso de papeles especiales que reaccionan al calor para registrar el color. Eso sí, son fotos pequeñas y la impresión demora entre 20 y 40 segundos.
Las marcas que han tenido más éxito en el mercado son PanDigital y PoGo, esta última propiedad de Polaroid. Además, Dell también dispone de una impreso portátil: Wasabi, aunque no ha tenido el éxito de las dos primeras. LG, por su parte, lanzó en septiembre Photo Printer, la impresora portátil más pequeña del mundo, compatible con el sistema operativo Android.
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